
Argentina era una fiesta. El estadio de Vélez Sarsfield estaba abarrotado. El partido empezó como era de esperar, con dos equipos nerviosos, tensos, yendo siempre al límite en cada jugada y completos físicamente. Sin embargo, el equipo de Simeone notó más la presión que los boquenses y a los cinco minutos Martín Palermo les recordó quién era el equipo grande haciendo el primer gol de la tarde argentina y de la noche española.
El tanto no cambió nada, seguía la lucha en el medio campo y la fiesta en las gradas. Los cánticos argentinos son inconfundibles en cualquier lugar del mundo. Pero faltaba algo para que fuese una final, la polémica. El árbitro Sergio Pezzota, a instancias de su asistente, expulsó a Ledesma y Álvarez, dejando a los dos equipos con uno menos para el resto del partido.
El fútbol es un juego de instantes. A partir de aquí cambió el devenir del partido. Boca Juniors después del descanso comenzó a notar más el desgaste físico que su rival, más echado para adelante que en la primera mitad. “Los leones” comenzaron a tener la pelota y, guiados por un magistral Verón, de los mejores en el campo, comenzaron a presionar a un Boca que regaló el ataque a la velocidad de Palacio. A los 19 minutos, el “Cata” Díaz hace una falta en la esquina derecha del área de Boca, Lavolpe maldice y se enfurece. José Sosa golpea, marca y envía un mensaje a la grada que dice: “en el fútbol nunca se sabe”. Era otra final. Estaban igual que al principio pero con un punto muy importante a favor de los de La Plata, Boca estaba muy mermado física y psicológicamente. Da igual quién era el equipo grande, el vigente campeón. Estaban veinte jugadores luchando por un título con un balón de por medio. Nada más contaba.
Boca intentó algo que desde el minuto 5 había olvidado que existía, marcar un gol. De nuevo Palermo estuvo a punto de conseguirlo con un disparo desde lejos que rechazó contundentemente Andújar.
Pero la realidad era otra. Estudiantes buscaba el gol, conocedor de la indefensa de su contrincante. En el 38 Pavone se aprovechó de la inexperiencia de Cahais y de la mala salida de Bobadilla para hacer el segundo tanto de Estudiantes y llevar el delirio a la mitad de la grada. Imaginarse la cara de Maradona en ese momento era algo imposible de conseguir.
Los xeneizes achucharon, pero Estudiantes de la Plata aguantó y se proclamó campeón del Torneo Apertura 23 años después. El “Pincha“ lo hizo donde se concentran las emociones, en el corazón, provocando la profunda tristeza en el interior de éstos y en todos los apasionados al fútbol argentino, porque se acabó el campeonato. Sin duda el próximo torneo nos deparará emociones del mismo calibre que éste.
¿Quién ganará? Nunca se sabe.
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